Conocido como ‘El Ruiseñor de América’, Julio Jaramillo fue uno de los más grandes cantantes de Latino América y se mantiene como un icono de la cultura popular y musical del país
No puedo verte triste porque me mata
Tu carita de pena, mi dulce amor
Me duele tanto el llanto que tu derramas
Que se llena de angustia mi corazón
Yo sufro lo indecible si tu entristeces
No quiero que la duda te haga llorar
Hemos jurado amarnos hasta la muerte
Y si los muertos aman,
Después de muertos amarnos mas
Si yo muero primero, es tu promesa
Sobre de mi cadáver dejar caer
Todo el llanto que brote de tu tristeza
Y que todos se enteren de tu querer
Si tu mueres primero, yo te prometo
Escribiré la historia de nuestro amor
Con toda el alma llena de sentimiento
La escribiré con sangre
Con tinta sangre del corazón
Sus melodías entre las que cabe mencionar De cigarro en cigarro, Alma mía, Interrogación, Odio en la sangre, Te odio y te quiero, carnaval de la vida, Cuando llora mi guitarra, todavía se escuchan en las radios de Latinoamérica.
Nació en la ciudad de Guayaquil el 01 de octubre de 1935, en la Clínica Panchana. Hijo de Juan Pantaleón Jaramillo Erazo, oriundo de Machachi y de Apolonia Laurido Cáceres, guayaquileña de ascendencia jamaiquina.
En 1941 cuando Julio contaba con cinco años de edad, perdió a su padre debido a un accidente laboral cuando éste fabricaba una cruz para la tumba de su hija que había fallecido a corta edad.
Su madre, quien quedó viuda, lo crio junto a su hermano mayor, José conocido como Pepe.
Pero el destino ya tenía previsto que él y Pepe serían músicos. Lo llevaban por la sangre de su madre y frente a su casa se pasó a vivir Ignacio Toapanta, un profesor de música que se encariñó con ellos, los dejaba jugar con sus instrumentos y les enseñó a tocar guitarra.
El inquieto Julio le tomó tanto cariño que construyó una con caña para poder tocar en su casa. Cuando terminó su tercer grado lo matricularon en la escuela que dirigía Francisco García Avilés, autor de la letra del pasillo Guayaquil de mis amores. Tal vez ese fue el empujón definitivo en la carrera musical de Julio.
Cuando Julio cumplió 15 años, ganó un concurso radial cuyo premio era una presentación en un centro nocturno, y este hecho fue el inicio de su carrera artística. Pese a ello, Julio fue disciplinado, terminó sus estudios y más tarde probó suerte en Colombia.
Se le reconoce como destacado intérprete del Pasillo, Bolero y Vals; entre sus trabajos más populares se encuentra "La cama vacía", "Fatalidad" y "Fe verdadera" de Olimpo Cárdenas y "Cinco centavitos" de Héctor Ulloa, "Reminiscencias", "Ódiame", "Niégalo todo", "Te esperaré", entre otros.
Con el incremento del banano ecuatoriano los músicos se volvieron prósperos y ese progreso coincidió con el comienzo de la carrera de Julio. A los 18 años arrendó una pieza para vivir con una chica llamada Irene. Con ella tuvo a su primer hijo que murió a los ocho meses. En esa época él trabajaba en una zapatería, mientras seguía insistiendo por volverse cantante.
En sus inicios bohemios, frecuentaba La Lagartera, una zona donde los músicos ofrecen serenatas por un cierto valor acordado con el cliente. Poco a poco la gente del medio artístico se fue acostumbrando a su presencia.
Primero le permitieron que los acompañara con la guitarra y luego, a regañadientes, lo dejaban cantar. Su primera intervención la hizo en Radio Cóndor. Allí conoció a Rosalino Quintero, quien se convertiría más tarde en su compañero de fórmula, su arreglista y quien le tocaba la guitarra y el requinto.
También participó en Radio América y cuando salía de allí se iba para El Cajón, cantina de renombre entre artistas. Allí su hermano le presentó a Carlos Rubira Infante, quien le enseñaría a cantar.
En Radio El Triunfo conoció a Julio Morante quien le presentó a Odalina Sánchez de quien se enamoró y con la que se fue a vivir enseguida al departamento de Morante. Y aunque Julio rompió con Irene ella se quedó viviendo con la madre de Julio llamada doña Polita.
Odalina le dio un hijo llamado Francisco nacido el 9 de marzo de 1955, pero Julio dio la primera gran sorpresa de su vida al casarse dos meses después del nacimiento de su hijo y sin haber cumplido los 20 años, con María Eudocia Rivera, una chica que cantaba y que conoció en una emisora y que tenía cuatro meses de embarazo. Aún casado siguió con Odalina y tuvo dos hijos más con ella. Él solo era fiel a una cosa: la música.
Se cree que en 1952 Julio grabó la marcha Nuestro Líder para el político Carlos Guevara, del cual se imprimieron 12 acetatos. Esa experiencia lo motivó para buscar a la cantante Fresia Saavedra para proponerle que cantaran juntos. Impresionada por el valor del jovencito aceptó grabar con él en 1955 el yaraví “Mi madre querida” y el pasillo “Mi corazón”, acompañados por Rosalino Quintero en la guitarra. Aunque el disco no tuvo éxito, grabó con su maestro Carlos Rubira Infante el pasillo Esposa.
Pero fue un vals peruano titulado “Fatalidad” (música de Laureano Martínez Smart y letra de Juan Sixto Prieto), que ya había grabado Olimpo Cárdenas exitosamente con discos Victoria en Medellín, el que lo catapultó a la fama en marzo de 1956.
Cuando le propusieron grabarlo en Ecuador le solicitaron cantarlo igual, pero él respondió: “No, lo voy a hacer mejor”. En vez usar la guitarra Rosalino Quintero utilizó el requinto y le dieron un ritmo entre vals peruano y pasillo ecuatoriano. Desde el primer día que salió al mercado fue un éxito y en una semana se vendieron 6 mil copias y tuvieron que reimprimirlo.
El éxito fue tan animoso que al finalizar 1956, Julio ya había grabado una docena de discos para el sello Onix. Te odio y te quiero, Hojas muertas, Elsa y Carnaval de la vida, fueron las más populares, aunque Nuestro juramento del puertorriqueño Benito de Jesús, que Rosalino cambió en bolero, tuvo un éxito especial. Casi todos los discos se enviaron a Lima, y opacaron la fama que Fresia Saavedra.
Al corto tiempo de recibir una remesa de discos en México la disquera Peerles se interesó por Julio que casi de inmediato tuvo que hacer giras de concierto por Perú y Chile. A Colombia llegó por primera vez a Cali donde se reencontró con su hermano Pepe que dos o tres años antes había emigrado.
En el transcurso de sus viajes Julio cantó en los cines de Guayaquil, pues era costumbre que un artista se presentara antes de una película. Fue tal el éxito que primeramente cantaba los sábados y domingos y tuvieron que ampliarle el contrato para que cantara toda la semana dos veces por día.
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