Leyenda
En la noche del 19 de enero del año 1649 varios ladrones ingresaron al templo y robaron un pequeño baúl plateado, pero no de plata. En aquel sagrario se encontraba el santísimo sacramento en un vaso de plata con corporales e hijuela, con dos ostias grandes y cantidad de formas pequeñas para las comuniones.
Al día siguiente quienes se percataron del acontecimiento, fueron las monjitas del convento Santa Clara e inmediatamente informaron al obispo de entonces. Mediante investigaciones se encontró el baúl vacío arrojado en el suelo a la vuelta de la iglesia junto a la quebrada.
Para esta época este acto fue conocido como un sacrilegio, un delito de profanación a la divinidad y a la fé católica. Por tal motivo, las autoridades eclesiásticas y civiles empezaron a actuar con la finalidad de esclarecer el hecho.
Pasaron algunos meses y los culpables fueron descubiertos por aviso de una india, se hallaron cuatro autores del delito: un mestizo y tres indios que fueron condenados a ser ahorcado, arrastrados y descuartizados, y fue así como se los ejecuto.
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