Ubicación
Las Pampas de Guambona están ubicadas a 20 kilómetros al sur este de Alamor, en la parroquia Vicentino.
Clima
Goza de un clima templado, cálido húmedo. En las partes bajas la temperatura alcanza los 26 ºC, y en las partes de cordillera la temperatura fluctúa entre los 14 y 1 ºC.
Biodiversidad
Fauna
En lo que respecta a fauna existen especies como: perdiz, tórtolas, pájaro bobo, tijeretas, carpintero, el chilalo (arquitecto), la putilla, tordo, azulejos, loro, cuervo, gavilán, el cacique, chiroca y el mirlo, los mismos que con sus trinares y gorjeos deleitan a nuestro oído. En cuanto a mamíferos el bosque abriga a venados, tigrillos, ardillas, saínos, zorros, rana, armadillos, guatusas, gualillas, gato del monte, entre otros. En reptiles encontramos lagartijas.
Flora
Su vegetación es típica de lugares tropicales, encontrándose la existencia de puyangos, guayacanes, laureles, guasimos, caciques, cedros, palo santo, higuerón, limoncillo, almendro y otros. Entre los grandes; y en los pequeños o arbustos tenemos: amancay, bejucos, orquídeas, chaquiro, pastos, ortiga, matico mortiño, los mismos que en invierno florecen y dan un colorido típico de la naturaleza.
Lugares destacados de Pampas de Guambona
Parroquia Vicentino
Cuenta con 1357 habitantes, se encuentra ubicado en la Provincia de Loja, Cantón Puyango, aproximadamente a 1140 metros a nivel del mar.
Limita al norte con la Parroquia de Orianga (cantón Paltas), al sur con las parroquias de Guachanamá del cantón Paltas y Mercadillo del cantón Puyango, al este con el cantón Paltas al oeste con la parroquia de Mercadillo y El Arenal.
Leyenda
Una fascinante leyenda de Guambona, relata la dura realidad de los auténticos Chitoques: indios curtidos al sol y al trabajo, resignados a la suerte que les deparó el conquistador, quien ahora les había doblado la carga tributaria de diezmos y primicias el cura párroco. De no cumplirla, no habría bautizo para los guagas, ni matrimonio, ni confirmación, ni comunión, ni extrema unción, es decir, se les negaba el perdón de Dios.
Los siervos del altiplano de Alamor eran evasivos a la sobrecarga tributaria, pero el cura se la impuso a punta de látigo y sermones apocalípticos. Un funesto viernes Santo los indios, estimulados por la chicha fermentada, agredieron salvajemente al cura, cuya cabeza rodó de un fuerte machetazo que descargó con furia inaudita Manuel Cuchicara, pues su hija ya tenía dos hijos de "taitacurita", que aumentaban sus cargas y disminuían su plato.
Los demás indios de otro machetazo, sacaron el cráneo en el que continuaron bebiendo su chicha fermentada. Después del crimen, se presentaron truenos, relámpagos y un aguacero contumaz que retumbaba el tambor de la Pampa.
El sacristán, don Cristo Chamba, encontró el cadáver del cura bañado en un charco de sangre y la cabeza estática con los ojos fijos en el techo. Inmediatamente fue a poner este hecho en conocimiento del Obispo de Loja y se disparó en su caballo, a galope tendido cuesta de Chitoque arriba, con el mensaje en la boca: “Lo mataron a taita curita esos indios facinerosos…”
Desde un costado del cerro por donde viajaba, el Sacristán descubrió que lo seguía un siniestro jinete en un caballo blanco y que de inmediato lo alcanzó y le dijo: “Yo también voy a dar cuenta del crimen al Obispo de Loja, mi caballo Mefistófeles es más veloz y más te vale regresar a Chitoque a consolar a la feligresía y sepultar a tu jefe, quién no solo ha maltratado y explotado a su pueblo sino que ha comprado tramos de la inmoral deuda externa ecuatoriana, como quién se reparte el queso con los demás ladrones de levita”. Y alzando el brazo para empinar las riendas del briso potro en descomunal galope dejó ver los bofes y más asaduras quedando boquiabierto el Sacristán, que sumergido de espanto, retornó a Chitoque.
Desde las alturas del Guachaurco se abría un gran paisaje que mostraba un horizonte pintado de colores embriagantes. Cristo Chamba esperaba que las campanas de Chitoque tocaran el Angelus, para encomendarse, con rosario en mano, a la interminable lista de vírgenes. Pero lo que escuchó al pie del cerro fue un quejido estremecedor que salía del vientre de la pampa: “Chitoque había sido encantado”. Estaba bajo tierra por castigo, así lo demuestran las algarabías y lamentaciones subterráneas.