La celebración de la fiesta de Killa Raymi se lleva a cabo el último fin de semana del mes de septiembre de cada año.
Expresiones culturales
Motivo y Época del Acontecimiento
Antes de la llegada de los conquistadores españoles a los Andes, las fiestas eran uno de los componentes fundamentales en la vida y cosmovisión de las sociedades aborígenes. Asociadas con frecuencia al ciclo productivo, en especial a los períodos de siembra y cosecha, las fiestas eran para los nativos, verdaderos ritos de integración del hombre con la naturaleza, de las comunidades entre sí y de las comunidades con sus dioses.
Para la determinación de los ciclos agrícolas y las fechas especiales de los festejos religiosos, los incas y las demás etnias del Arca Andina, desarrollaron un calendario anual de 12 meses y 360 días.
Las mediciones del tiempo lo hacían con ciertos instrumentos, válidos y precisos, constituidos por 12 pilares colocados a una determinada distancia y posición. Cada mes era indicado en uno de los pilares o postes de acuerdo al aparecimiento, dirección y puesta del sol. Los pilares eran denominados succanga y, a través de ellos se planificaban las actividades económicas y las fiestas en el sistema religioso.
"A diferencia de los Aztecas y Mayas que iniciaban el año en el mes de marzo (verano), los Incas y las demás etnias de centro andino lo hacían en el mes de enero, dando a cada mes su propio nombre " (Paredes, 1989:57).
Descripción del Evento
El Killa Raymi o Coya Raymi, se celebraba en los Andes, en las principales guacas o adoratorios comunes y generales de cada nación, pueblo o parcialidad, cada 22 de septiembre. En esa fecha se produce el equinoccio de otoño, momento en que el sol en su movimiento aparentemente la eclíptica pasa por el Ecuador, desde el hemisferio norte hasta el hemisferio sur.
La fiesta se celebraba en honor de la Reina, esposa del Inca, y de la princesa Luna que era considerada madre de la Reina, con el fin de preservar la salud de la población.
Según el historiador peruano, José Antonio del Busto (1970: 208 y 55) la Coya, "Era la esposa legítima del Inca. El ideal era que tal mujer fuera su hermana de padre y madre, la que se dice, entera y legítima. En caso de no poder ser de este modo, frecuentemente era su hermana de padre, si no su pariente más cercano. Con quien no podía el inca contraer matrimonio era con una mujer que fuese solamente su hermana uternia.
Este incesto real tenía por origen al Sol y a la Luna (que fueron hermanos y esposas, lo primero por ser hijos de acto creacional de Huiracocha, habiéndole guardado los hermanos Ayar y muy especialmente Manco Cápac y Mama Ocllo, los fundadores del imperio. La costumbre fue celosamente respetada por sus descendientes los incas, sobre todo a partir de Pachacútec, monarca que insistió sobre este punto indicando que nunca lo debían descuidar los soberanos quechuas. La razón radicaría no sólo en la prosecución de la sangre solar en toda su pureza agnaticia, sino también en la futura educación de los príncipes, la que no habría sido tan eficiente de efectuarla una mujer ajena a la casta. Esto porque los hijos que tenía el inca en la Coya eran los únicos legítimos, los habidos en las demás mujeres y concubinas eran los izu o japisichuric.
Los legítimos estaban llamados a ofrecer el príncipe heredero. El ser esposa del inca reinante y la madre del futuro inca estribaba la grandeza e importancia de la Coya. Por eso también la llamaban Pihuihuarrmi o esposa y Mamahuarrmi o madre. Igualmente, se la saludaba muchas veces como hija del Sol, pero solo por extensión del título que ostentaba su marido. Más auténtico fue el sobrenombre de Hija de la Luna, Killahuahua.
Por lo demás, la vida de la Coya no fue muy variada. Frecuentaba los huertos reales y se entretenía con los guacamayos y monos traídos del Antisuyo, gustaba de oír música y de ver bailara, recogía flores con sus criadas o tocaba tinya con sus amigas; hubo también alguna que fue enferma y padeció de arrebatos epilépticos, otra que era muy triste, también una tercera que fue sumamente fea y una última que, de pura celosa de su marido, a sus compañeras normales reemplazándolas por enanas y jorobadas. En fin, hubo de todo porque, aunque reinas primero eran mujeres".