El Viernes Santo es el día durante el cual se conmemora la pasión y muerte de Jesucristo en la cruz.
Viernes Santo se celebra durante la Semana Santa, después del Jueves Santo, y antes del Domingo de Resurrección o de Pascua.
Este día en las iglesias, las imágenes, principalmente el crucifijo, se cubren con tela morada, en señal de la ausencia de Jesús.
Las imágenes se descubren el domingo de Pascua, como símbolo de la Resurrección de Jesús.
La imagen de la Virgen María se viste de negro como muestra de su luto y profundo dolor por la muerte de Jesús. Las personas que siguen esta celebración cristiana, también asumen este color de vestimenta para simbolizar el duelo.
Es costumbre rezar el Vía Crucis, también conocido como Camino a la Cruz. Con este rezo, se acompaña a Jesús en sus horas finales, mientras se repasan los catorce momentos (o catorce estaciones), desde su condena hasta su muerte y sepultura.
Este día, también se medita sobre las siete palabras, las siete últimas palabras que Jesús pronunció en la cruz.
Los fieles reflexionan sobre el significado que pudieron tener e interpretan la forma en que estas se adaptan a las diferentes situaciones de la vida por las que pasa todo el mundo.
Es tradición participar en la liturgia de adoración a la cruz, con que se cierra la celebración litúrgica de la Muerte del Señor. La finalidad es acompañar a Jesús en el sufrimiento.
A las tres de la tarde se suele recordar el momento de la crucifixión rezando el Credo de los Apóstoles.
Durante la noche, se conmemora la muerte de Cristo con himnos solemnes, oraciones de acción de gracias, así como un mensaje centrado en el sufrimiento de Cristo por nosotros.
Es una de las tradiciones más populares del Viernes Santo, en ella son dramatizados, con actores, cada uno de los momentos más importantes del vía crucis de Jesús hasta la cima del monte del Calvario. Esta escenificación permite revivir el recorrido de Jesús hasta el Calvario.
En Viernes Santo se dieron los sucesos más ilustrados de las escrituras bíblicas. Donde Jesús es entregado por Judas Iscariote, le apresan y es llevado ante Poncio Pilato, quien era el prefecto de la provincia de Judea.
Jesús es presentado ante Pilato, quien se da cuenta de que el Hijo de Dios carece, en realidad, de culpa, sin embargo, los líderes religiosos, sacerdotes y ancianos claman por su condena a muerte. Pilato pone ante la multitud a Jesús y a Barrabás, la multitud persuadida por los líderes religiosos decide liberar a Barrabás. Pilato, entonces, decide lavarse las manos para eximirse de la responsabilidad en la condena de Cristo.
Luego de esto, Jesús el Nazareno, es despojado de sus ropas, es azotado y escupido por la multitud. Durante su procesión hacia un lugar llamado Gólgota, en las afueras de Jerusalén, le es puesta una corona de espinas y le hacen cargar su propia cruz.
Al ser puesto en la cruz, Jesús es rodeado por dos ladrones, en el evangelio de Nicodemo y el evangelio de Lucas se les conoce como Dimas el buen ladrón, puesto a la derecha de Jesús, y, el mal ladrón de nombre Gestas: quien es puesto a su izquierda.
Más tarde Jesús expira, y ocurre, según las escrituras, el oscurecimiento del cielo, la rotura del velo del templo y un temblor en toda la tierra. Ya muerto Jesús, el cuerpo es reclamado por José de Arimatea ante Pilato, es envuelto en un manto y llevado a una cueva sellada con una piedra, de la que más tarde saldría resucitado.