Ubicación
El río Tena se encuentra ubicado en la Provincia de Napo.
Clima
Cálido húmedo, con una temperatura promedio de 25º C, con una humedad mayor a 80%.
Biodiversidad
Flora
Entre la flora representativa del río Tena podemos mencionar lo siguiente: arrayán, espadaña, yagual, caoba, palma de ramos, licopodio, gencianas, achupalla, pajonales, cedro, chuncho, ceibo, garango, chontaduro, guarango, yagual, orquídea de vainilla, olivo, chonta, varios tipos de orquídeas, bromelias, anturios, tagua, frailejón y heliconias.
Fauna
Entre la fauna representativa del río Tena podemos mencionar lo siguiente: El oso de anteojos, venado, chichico, danta o tapir, cusumbo, jaguar, tigrillo, puerco espín, oso hormiguero, murciélago, catornica, puma, guanta, mono machin, tangara, guajalito, carachama, cervicabra, viviña, pava negra, entre otros.
Lo más destacado del Río Tena
• Malecón de Tena: Junto al río Tena, en el casco antiguo de la ciudad. Se pueden apreciar plantas ornamentales, cerámica amazónica, batanes o bateas para lavar oro.
• Mirador del Tena: Se encuentra ubicada en la parte más alta del cantón Tena, a unos 2500 metros de altura. El camino de acceso es empedrado y bien inclinado. En la parte alta encontramos antenas de radio y televisión.
Este mirador constituye el lugar más alto donde se puede apreciar gran parte de la provincia, la afluencia de los ríos Pano y Napo que riegan a la población, este lugar ha sido escogido para asentar las antenas de la media comunicación del Tena, de allí se puede observar la gran espesura de una selva primaria que conserva la belleza de la Amazonía.
Mitos, historias y leyendas
Muchos años antes de la sublevación de Jumandy, más arriba de donde actualmente se asienta la parroquia Pano, vivían unas doscientas familias Quijos procedentes de los algodonales (cantón Archidona) Cuando se inicia esta narración el jefe del grupo celebraba el nacimiento de su hijo a quien puso por nombre Pano, mientras que en la comunidad de Calvario una hermosa niña, Tena, hacia las delicias de la familia del curaca mayor.
El tiempo voló entre tucanes y azulejos. Pano, robusto mancebo, diestro en el manejo de las armas, con un grupo de jóvenes de su edad ensayaba una larga partida de caza. Cruzaron lomas y planicies llenas de guaduales, guachanzos y pitones. Era la época cuando maduraban las guabas y las chontas.
Las guantas y guatines se escabullían gordos y satisfechos. Los muchachos, cansados del esfuerzo realizado, acamparon a la orilla de un Río risueño de carachamas. Cuando iban por el último mate de chicha se desgranó, como campanillas de fiesta, una mazorca de risas femeninas. Tena y un grupo de compañeras tomaban un baño en el recodo del Río.
De este inesperado encuentro nació el amor entre Tena y Pano. Comenzaran a verse diariamente en un lugar discreto y alejado de las murmuraciones. Pero como ningún secreto dura mucho tiempo el padre de Tena se enteró del romance y prohibió terminantemente que continúen las citas clandestinas. Tena estaba comprometida con el hijo de un gran cacique de las cabeceras del Misahuallí.
A partir de entonces cuando Pano, emocionado y sudoroso, llegaba al lugar de sus amorosos encuentros éste siempre estaba solitario; hasta las aves se habían alejado del sector. El joven cayó en un estado de depresión y mutismo.
Su juventud se agostaba rápidamente sin que existiera enfermedad visible. Los shamanes se reunieron para estudiar el caso. Uno dijo que un poderoso banco de una comarca cercana había enviado un mortal virote. Otro aventuró la posibilidad de que su cuerpo estuviera poseído por un supay maligno; un tercero sostuvo que Pano, simplemente, estaba enamorado de una bella y esquiva princesa. Pese a estos diagnósticos y a la terapia que le impusieron el mal iba minando la salud del joven.
Pano, ante la total carencia de noticias de su amada, optó por la vía del suicidio. Decidió lanzarse al río y desaparecer para siempre de la tierra. Como lo planeó lo hizo. Mientras era arrastrado por las correntadas y daba vueltas en los remolinos iba murmurando su desgracia. Las piedras y bocachicos, los yutzos y pindos, las guabillas y orquídeas, los quindes y las mariposas morfo, las apancoras y los grillos, todos se enteraron de sus cuitas.
Una tarde, cuando Tena, triste y resignada a su suerte, tejía sin prisas ni ilusión, una ashanga para transportar los productos de la chacra, un Pingullopishco que se posó en una rama cercana, le contó el triste final de Pano. Agobiada por el dolor decidió seguir la suerte de su amado. Huyó de la casa paterna. Corrío y corrío por senderos y barrancos, por playas y chaquiñanes. Se lanzó finalmente al agua y bajó dando tumbos entre las piedras y tostándose al sol en los remansos.
Un día localizó a su amado que bajaba llorando su desgracia entre las aguas del Pano. Rendida de amor se lanzó a sus brazos. Juntaron sus palpitaciones y se hicieron uno para la eternidad. Patio y Tena se engendraron en un solo rio: el Tena que desde entonces baja rumoroso y alegre lamiendo las blancas playas de yutzos y guayabas fragantes.