Historia
Se conoce mundialmente este hallazgo desde el año 1969, pues un húngaro de nacionalidad argentina, motivado por su pasión hacia los mitos y las leyendas y para demostrar sus conocimientos en espeleología aun siendo sólo una afición para él, Juan Moricz se arrojó a la aventura, internándose en la zona selvático-montañosa ecuatoriana.
Nos narraba en su libro:
“…he descubierto valiosos objetos de gran valor cultural e histórico para la humanidad. Los objetos consisten especialmente en láminas metálicas que contienen probablemente el resumen de la historia de una civilización extinguida, de la cual no tenemos hasta la fecha el menor indicio…”
Frente a esto, es inevitable pensar en la posible relación entre las planchas que menciona Moricz -halladas en una cámara secreta de la Cueva de los Tayos- con las planchas metálicas de complejos ideogramas que han sido visualizadas en nuestra experiencia de contacto, aquella biblioteca cósmica que los Guías extraterrestres denominaron “El Libro de los de las Vestiduras Blancas”.
Las Planchas Metálicas del Padre Crespi
Pero la cosa no queda allí. Quizá una de las aseveraciones más inquietantes es la existencia de la presunta biblioteca metálica. De existir, y siempre bajo el testimonio de Moricz, allí encontraríamos registrada la historia de la humanidad en los últimos 250 000 años, una cifra que moviliza a cualquiera.
Un punto a tener en cuenta en relación a estas planchas, nos lleva en línea recta a los extraños objetos que en su momento custodió el padre salesiano Carlo Crespi, en el patio de la Iglesia María Auxiliadora de Cuenca. Los objetos habían sido encontrados por nativos quienes, en acto de amabilidad y gratitud, se los cedieron al padre Crespi para su custodia. Muchos de estos objetos -por no decir todos- posteriormente fueron robados. Si el padre Crespi aun estuviese con vida, quizá podríamos rastrear el origen exacto de tan enigmáticas piezas que parecían ser muy antiguas, mostrando indiscutibles ideogramas en relieve, una suerte de “código de información” o “escritura”.
En 1976, en la primera página de la revista norteamericana Ancient Skies, apareció un revelador artículo del filólogo hindú Dileep Kumar, quien analizando los símbolos que se muestran en una de las piezas del padre Crespi -una lámina aparentemente de oro, de unos 52 cm de alto, 14 cm de ancho y 4 cm de grosor- concluyó que los ideogramas pertenecían a la clase de escritura Brahmi, utilizada en el período Asokan de la historia de la India, hace unos 2.300 años. Cuatro años más tarde, el doctor Barry Fell -Profesor de Biología de la Universidad de Harvard- identificaba 12 signos de la lámina en cuestión con los propios signos empleados en el Zodíaco.
Expedición Británica-Ecuatoriana 1976
A raíz de esto hubo una serie de expediciones al lugar, la más conocida organizada en 1976 por el aventurero escocés Stan Hall, que incluyó al ex-astronauta Neil Armstrong, personajes importantes de la arqueología e investigación y el Ejército Ecuatoriano. Esta expedición realizó una exploración detallada de la cueva la que incluía un personal total de 120 personas, y duró aproximadamente una semana. Los británicos han extraído 4 cajones de madera sellados de gran tamaño sin exponer a los dueños (los Shuar) su contenido, el asunto llego hasta amenazas de armas, pero no llegó a mayores.
Leyenda
Los nativos han mantenido tradicionalmente fantásticos cuentos y leyendas de que existían grades estatuas de oro en el interior. Por este procedente, en el año de 1976, vino una Expedición Británica y varias decenas de técnicos ecuatorianos para realizar detenidos estudios mediante la exploración y observación.
Como conclusión se obtuvo un inventario de los elementos geológicos, botánicos y zoológicos, pero no encontraron ninguna estatua o elemento narrado por las leyendas forjadas.
¿Cómo llegar?
Para llegar a la Cueva de los Tayos desde Quito:
Tomar la carretera hacia el sur en dirección a la provincia de Morona Santiago.
El viaje por carretera puede durar alrededor de tres días.
La cueva se encuentra en la provincia de Morona Santiago, en la selva tropical de la cordillera de los Andes.
Se recomienda verificar las condiciones de la carretera y obtener información actualizada antes del viaje.