Es un tradicional sombrero con ala de Ecuador, que se confecciona de las hojas trenzadas de la palmera del sombrero de paja toquilla
Hoy día, los sombreros de paja toquilla se elaboran no sólo en Ecuador, sino en muchos otros países latinoamericanos pero Ecuador sigue siendo el primer exportador y el de mejor calidad. El Sombrero de Montecristi es una denominación de origen protegida por Ecuador.
La cantidad de fibras por pulgada cuadrada que contiene cada sombrero esta en relación directa con la calidad y precio del sombrero. Menos de 300 fibras por pulgada cuadrada serían consideradas de baja calidad. Los más raros y más costosos tienen de 1600 a 2000 fibras por pulgada cuadrada, se denominan 'sombreros superfinos' y no es extraño que éstos se vendan a precios muy elevados. Actualmente, sólo permanecen una docena de tejedores capaces de hacer unos sombreros de paja llamados superfinos del montecristi.
A lo largo y ancho de la ciudad se encuentran muchos artesanos que día a día tejen variedades de artesanías utilitarias y en especial el sombrero fino de paja toquilla en todas las comunidades culturales especialmente en las áreas rurales como: La Pila, Las Pampas, El Mangle, La Solita, Los Bajos, Toalla Chica, Toalla Grande, entre otros.
La materia prima de estos sombreros es la “paja toquilla” que se usa para la manufactura de los sombreros de paja toquilla proviene de una palmera denominada Carludovica palmata que crece en la costa ecuatoriana, especialmente en la provincia de Manabí, esta planta crece entre 1.5 y 2 metros, y luego de 3 años está lista para cosechar sus hojas.
La Paja Toquilla procedente de la zona rural donde se dan las condiciones ideales para su crecimiento. Los expertos de la zona efectúan su labor a primeras horas de la mañana o al caer la tarde para que el calor ecuatorial no merme la flexibilidad de las fibras.
Se utiliza la fibra resistente y flexible de una especie de palmera sin tronco llamada toquilla, originario de las tierras costeras del Ecuador, donde se dan las condiciones ideales para su crecimiento y regeneración. Puede tomarles un mínimo de seis meses confeccionar un sombrero de gran calidad como el superfino de Montecristi. Pese a que las fibras que lo forman son muy cortas, apenas se distingue dónde termina una y empieza la otra. En un auténtico panamá están tan apretadas que ni siquiera dejan pasar el agua.
Comienzan la copa tejiendo meticulosamente en espiral las intrincadas fibras entrelazadas hasta conseguir el diámetro deseado.
Luego la colocan en una horma cilíndrica de madera para elaborar con habilidad, también en espiral, los laterales. Tras muchas semanas de trabajo llegan a las alas, que se tejen en ángulo recto. Varias técnicas de acabado, entre ellas el cuidadoso recorte de las fibras que sobresalen, el lavado y el blanqueado, producen el famoso panamá.
Muchas leyendas giran en torno al origen del sombrero de paja toquilla, lo que ha impedido tener con precisión un referente histórico concreto sobre la época y año en que apareció esta manufactura en Ecuador, aunque algunos historiadores señalan que se remonta al Período Formativo (3.500 a.C–500 A.C), representado principalmente por las Culturas Valdivia y Chorrera. Pero lo que si está claro y desde siempre, es que esta hermosa prenda es ciento por ciento ecuatoriana, elaborada artesanalmente por hábiles manos de mujeres y hombres de Montecristi, Jipijapa, en Manabí (Costa);y, Cuenca en el Austro ecuatoriano.
El libro “Tejiendo la Vida”, de María Leonor Aguilar, recuerda que “históricamente los Huancavilcas, Mantas y Caras, aborígenes que moraban en el territorio de las provincias que hoy corresponde a las provincias de Guayas y Manabí han sido considerados como habilísimos tejedores y trabajadores del arte textil”; y afirma que seguramente de ellos heredaron, las cualidades que hasta hoy mantienen los hábiles artesanos de estas poblaciones y que posteriormente su enseñanza se extendió hasta Cuenca- Azuay (1835) y en 1845 a Azogues, provincia del Cañar, para superar la estrechez económica que afectó a sus pobladores. En 1849 los sombreros de Montecristi, Jipijapa y Cuenca se vendían ya en el exterior (Panamá).
En 1855 se inaugura en París una exposición mundial preparada por el francés Philippe Raimondi, a la asiste Panamá con una colección de sombreros de paja toquilla, elaborados en tierras manabitas (Ecuador). Esta colección impresionó favorablemente al habitante europeo por la finura del tejido. Obsequiaron un sombrero fino a Napoleón III, emperador de Francia, este se paseó por la feria y presumió de su elegancia; el hecho causó la inquietud de otras personas que preguntaros cómo adquirirlo. Al haber obtenido éxito en la exposición, se continuó con el negocio. Pero en el catálogo de la exposición no aparece el nombre del Ecuador como país expositor y es en el espacio reservado a “Comarcas diversas” donde se explica el puerto de procedencia de donde se embarca con el nombre del expositor y su lugar de residencia, en dicho catálogo se habla de un sombrero con “tejido de paja”.
Ofrecido el sombrero a personalidades y obteniendo el resultado esperado, Paris lanza la moda y con toda naturalidad se bautiza al sombrero con el nombre de “Panamá”, confundiendo así el puerto de procedencia con el lugar de origen. He aquí una primera confusión. La década comprendida entre 1943 y 1953, presenta las cifras más elevadas exportación del sombrero de paja toquilla, llegando en 1944 a ocupar el primer puesto de productos ecuatorianos en exportarse.
Otra versión asegura que en noviembre de 1906 el entonces presidente de los Estados Unidos,Teodoro Roosevelt, fue fotografiado luciendo un hermoso sombrero de paja toquilla, mientras inspeccionaba los trabajos de construcción del Canal de Panamá. La foto se publicó en los periódicos estadounidenses y el sombrero se puso de moda!…. Pero, confundieron su identidad, al asegurar que fue un regalo representativo de ese país.
A mediados del siglo XIX, los buscadores de oro acudían a California por el istmo de Panamá, donde compraban sombreros importados del Ecuador. Con el pasar del tiempo, estos tomaron el nombre del lugar de compra en vez del de origen. Lo cual llegaron a ser muy populares. En 1849, por ejemplo, el Ecuador exportó más de doscientas veinte mil unidades. En 1855, un francés residente en Panamá presentó los sombreros en la Exposición Universal de París. Los franceses, amantes de las nuevas tendencias, quedaron impresionados con el fino material, y lo llamaron "tejido de paja". Al poco tiempo, se convirtió en un complemento obligado.
La popularidad del panamá aumentó a principios del siglo a raíz de la aparición en la prensa internacional de una fotografía del presidente estadounidense Theodore Roosevelt luciendo un elegante fino, lo cual también elevó su demanda. Las empresas más importantes del mundo se encargaron de su distribución. En Turquía, las leyes de modernización del país prohibieron en 1925 el fez (gorro tradicional) e impusieron el uso del panamá. En 1944, éste ocupaba el primer lugar de las exportaciones ecuatorianas.
Durante la segunda mitad del siglo disminuyó el uso del sombrero en general; sin embargo, el elegante panamá ecuatoriano mantuvo su popularidad. De hecho, los sombrereros de prestigio de todo el mundo se disputan los ejemplares de máxima calidad. Los distinguidos panamá han cautivado tanto a famosos de antaño como a los de la actualidad.
Claro está que existen imitaciones menos costosas fabricadas en serie; pero muchas se parten, y otras no dejan pasar el aire. En cambio, el genuino panamá es ligero, fresco y dura toda la vida. Se teje a mano y, por tanto, cada ejemplar es único. Aunque los de menos calidad cuestan unos cuantos dólares, los mejores, los superfinos de Montecristi, superan los 1,000 dólares. La calidad está en función de la finura y regularidad del tejido, así como de la uniformidad del color.
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